miércoles, 14 de octubre de 2015

Santos y Dragones: Daenerys no es la única que los domina


Hace un tiempo escribí un blog sobre un tema obligatorio de la ficción fantástica: los dragones. En esa ocasión confesé no interesarme mucho en esas criaturas, pero el descubrir que  los saurios alados son parte incluso de la hagiografía, me obligó a repensarlos un poco y a integrarlos a mi imaginario fantástico. Sucede que muchos santos de calendario tuvieron sus encuentros con dragones que ahora forman parte de su iconografía tal como  los hijos de la Khaleesi forman parte de la suya.

Vivimos en una época en que la fantasía y los dragones toman té juntos. Desde los chicos malos de Daenerys hasta el triste Smaug Tolkiniano,  estas criaturas míticas deleitan a los amantes del género fantástico. Sobre todo porque ya los dragones no son vistos como monstruos sino como seres benévolos y antropomórficos. Son capaces de pensar y experimentar emociones humanas como son los casos de los protagonistas de la saga Temeraire o la serie Darkness de Harry Turtledove y nada más tierno que el bebe Norberto, el dragoncito que Hargrid muestra a Harry , Ron y Hermione , al inicio de la saga de J.K. Rowling.


Al igual que vampiros, y hasta cierto punto licántropos, los dragones han sido víctimas de un estigma  por siglos. Solo recientemente la ficción fantástica los ha redimido.  Me picó la curiosidad por saber que originaba la mala prensa del dragón. Así  descubrí una curiosa dicotomía. En la tradición judeocristiana (y también la de la Europa pagana) los dragones son vistos como entes demoniacos. En cambio, en la mitología del  Lejano Oriente, son criaturas mágicas y benévolas.



Lo que sucede es que “dragón “en un tiempo era sinónimo de serpiente.  Se le representaba como culebra alada y se le atribuían los rasgos tóxicos de reptiles ponzoñosos.  Fue ya en tiempos más modernos que los dragones adquirieron esa fisonomía de lagartos gigantes con dos patas y un par de alas.

En las religiones orientales, la víbora tiene connotaciones positivas al simbolizar la vida y regeneración. En cambio en el mundo bíblico, la sierpe es Satanás, el soberbio, que por levantisco y por incitar al hombre a pecar es castigado por el Señor a reptar sobre la tierra. Con razón ángeles y santos viven en pugna con el dragón –serpiente.


A causa de eso, el arte describe a San Miguel Arcángel siempre arponeando un dragón que encarna las fuerzas del mal tal como las representaciones pictóricas de la Virgen María la retratan pisando la cabeza de un ofidio. En la leyenda de San Jorge, tal como nos la cuenta Jacobo De La Voragine en ese entretenido recuento de vidas santas La Legenda Aurea, el dragón representa un mal social que el héroe, en este caso un santo, debe derrotar. Por algo los héroes  clásicos  (Apolo, Gilgamesh, Sigfrido y Beowulf) siempre andaban  venciendo dragones y seles apodaba “Mata-dragones”.


George R.R. Martin ha virado ese tropo  al convertir a nuestro Jaimito en Matarreyes. Si pensamos un poco, Aerys es un dragón. Los Targaryen se jactan de descender de esos animales escamosos, son inmunes al fuego como lo son los saurios legendarios y en el caso del Rey Loco, el dragón se ha vuelto  un  peligro para la sociedad. He ahí la ironía tantas veces lamentada por  Jaime: en vez de alabarlo como a los dragonslayers tradiciones, le enrostran su regicidio.




Volviendo a San Jorge, este cuento que surge en la Edad Media tiene su parecido, para nada accidental con el mito clásico de Perseo y Andrómeda. Jorge, un soldado capadocio, rescata a la Princesa Sabra que ha sido elegida como pago/alimento de un monstruo que amenaza al reino. El santo decapita al dragón, termina con esos tributos infames y se casa con Sabra. Total no todos los santos tienen que ser monjes célibes.
Boda de San Jorge y la Princesa Sabra (Dante Gabriele Rosetti)

San Jorge y el dragón (Paolo Uccello)

Otro famoso rostro santo asociado al dragón es el de Santa Margarita de Antioquia. La heroica virgen  provoca la pasión de un prefecto romano que intenta hacerla abjurar  de la fe cristiana. Margarita no se deja tentar y eso que muchos demonios la atormentan. Don Satas enojado se transforma en dragón y se la zampa, pero la avispada niña usa su crucifico para rasgarle la panza al animal y escapar. Desde entonces Santa Margarita es patrona de los partos, y obviamente de las que tienen que pasar por una cesárea.

Más allá de personificaciones del Maligno, los dragones pueden tener alguna base de verdad. En la leyenda de San Silvestre, este papa santo tiene que lidiar con un dragón cuyo aliento pestilente está afectando la salud de los romanos. Silvestre sale de la Ciudad Eterna y se va en busca del monstruo al que le pone una mordaza. Tras leer  La Leyenda Dorada, se me ocurre que el dragón es una representación alegórica de alguna explosión de gas natural o de los miasmas que durante siglos contagiaron de malaria a los habitantes del Lacio.
El Papa Silvestre calma al dragón de la Roca Tarpeya

Aparte de este simbolismo, hay un detalle curioso en este recuento. Silvestre no es un “mata dragones”. Se limita a neutralizar a la bestia. Y no es el único santo que ejerce piedad con el animal fabuloso. San Felipe, uno de los apóstoles,  se metió en uno de esos bretes tan  comunes en la historia de los primeros mártires de la iglesia.Predicando en Hierapolis, se enemista con sacerdotes paganos que lo arrastran hasta una estatua del dios Marte con la intención de obligarlo a renegar  de su fe cristiana. Tanto barullo despierta a un dragón que duerme su siesta bajo la estatua. Sale el engendro, despedaza  a los sacerdotes y a un par de soldados, pero no toca a Felipe. El apóstol envía al dragón a darse un paseo por el desierto, y resucita a todos los muertos. Con tanto prodigio, la campaña de evangelización  de Felipe gana muchos adeptos, y sin dragones muertos que lamentar.
San Felipe expulsa al dragón del templo (Filippino Lippi)

Aunque las leyendas que rodean a San Marcos  el Evangelista lo hacen vencer a un león, las oraciones populares también lo hacen amansador de dragones.

San Marcos de León, que evitaste la desgracia del dragón. Amansa los corazones, malos sentimientos, malos pensamientos, infelices contra mi son.

A pesar de que abarca casi los mismos elementos (y nuevamente tratamos con santos judíos como Felipe y Marcos) el más fascinante de estos encuentros entre santos y dragones es  el de Santa Marta. Esta dama es un personaje bíblico, ergo real. Se trata de Marta de Betania, hermana de la Magdalena, una de las pocas seguidoras hembras de Jesús de Nazaret. Es la famosa “Marta, Marta” a quien Jesús recuerda que hay tiempo para cada cosa, tiempo para la conversación espiritual (en la que está enfrascado con María Magdalena) y para la obligación doméstica a la que se dedica Marta.   Por algo Santa Marta es patrona de las cocineras (y con su ayuda por fin conseguí cocinar un risotto decente).
Cristo en casa de Marta y María (Harold Copping)


Pero la leyenda de Santa Marta la lleva mucho más lejos de ollas y sartenes. Si les creemos a los seguidores de teorías a lo Dan Brown, Santa Marta era ni más ni menos ¡la cuñada de Jesús Cristo! Después de la crucifixión, tanto ella como su hermano Lázaro (el resucitado), la ahora viuda Magdalena,  su hija Sara (santa patrona de los gitanos), y las otras Marías (María Jacobé y María Salomé) partieron en un barco de su propiedad al otro lado del  Mediterráneo.
Viaje a Marsella (Giotto)


Según la Legenda Aurea, llegados a Marsella, los hermanos  y sus amigos se desplegaron por diferentes puntos de Provenza, estableciéndose Santa Marta en un bosque, cercano a lo que hoy es Arles. Allí la santa eligió una vida de retiro espiritual, pero su soledad fue interrumpida por La Tarasca, un dragón que asolaba la región.

Santa Marta se encarga, no de matar, pero sí de dominar a la bestia con cruz y oraciones con las que logra hipnotizarla. Con La Tarasca bien amansada, Marta regresa al pueblo para que los lugareños se admiren de lo efectiva que es su religión, pero demostrando poca caridad, los aldeanos se abalanzan sobre el pobre dragón y lo despedazan.
(Charles Lepec)
Enojada, la Santa los apostrofa y de su sermón medioambientalista y tolerante surgirán muchas  conversiones. Desde entonces  esa región se conoce como Tarascón, en recuerdo de La Tarasque y todos los años se celebra un festival en homenaje del dragón.  También se la celebra en diversas ciudades españolas.
La Tarasca valenciana

La Tarasca zamorana


La Tarasca granadina

La iconografía de Santa Marta la representará desde entonces   con La Tarasca acurrucada a sus pies. y se asociará a la santa con un poder de doblegar espíritus de otros.

En los 90’s ,haciendo turismo histórico en Nueva Orleans, llegué a una capilla que construyeron soldados de la Nueva España en la poca en que Luisiana era colonia española. Aledaña a esta Capilla de Guadalupe había una tiendita de objetos religiosos. Al ver que tenían estampas en español  compre algunas para regalarlas. Entre ellas había una de Santa Marta “Virgen dominadora de la serpiente”. Era tan curiosa la oración que la he conservado hasta hoy.

Santa Marta Virgen, que en el monte entraste y a las fieras amansaste, así yo quiero me ayudes a amansar el Espíritu Vivo, Juicio, Pensamiento y Voluntad de (decir aquí el nombre) y así como en este conjuro cabalístico lo ato así me ayudes a atarlo junto a mí.

Basta una mirada para saber que se trata de un “amarre”. En  la religión popular, un amarre es un tipo de hechizo que busca dominar los sentidos de la persona que nos gusta y obligarlo a estar con nosotros. No sé cuan efectivos sean los “amarres”. Sé que son peligrosos y que la religión oficial los repudia como hechicería y superstición. Sin embargo, el sincretismo religioso que permea nuestra cultura popular latina tiene muchos ejemplos de santos respetables que se prestan para prácticas de santería o vudú.

 En esas tradiciones a Marta  se la conoce como “Marta la Dominadora” o “Marta, la Mala”. De acuerdo a La Enciclopedia de Místicos, Santos y Sabios de Judika Illes, también se la conoce en el Caribe como “Santa Merta” o “Filomena Loubana” y hasta se dice que esta metresa es hija  del in-famoso Barón Samedi, gran deidad del vudú haitiano. Se la representa como una doncella africana sosteniendo dos serpientes (nuevamente la asociación Culebra-Dragón) y se cree que es una forma encubierta de  Mami Wata, la diosa de los cocodrilos.


El cocodrilo ha sido identificado como un posible origen del mito  del dragón. En la estatua veneciana de San Teodoro, otro dragón slayer, el escultor describe al dragón  como un vulgar caimán. En tiempos de los romanos, los cocodrilos gigantes eran parte de la fauna del África del Norte y tenían la mala costumbre de cruzar a nado el Mediterráneo. Así se explicaría su presencia, claro disfrazados de dragones,  en las leyendas romanas, las españolas medievales y el cuento de la Tarasca provenzal.

Otras teorías para explicar la presencia del dragón es que se trataría de ballenas gigantes (esa se ha usado para interpretar las menciones bíblicas de Leviatán y Behemot), o dinosaurios que sobrevivieron al asteroide (como el del Lago Ness) e incluso hipopótamos. Nos parecen muy simpáticos esos gorditos, pero si se sienten amenazados pueden voltear un bote y matar a dentelladas a un hombre. Ósea típico comportamiento de dragón.

Y para acabar con Santa Marta, su reputación como “amansadora de dragones y otros seres” precede la tradición sincretista colonial ya que en los primeros anales de La Inquisición se mencionan casos de mujeres que la invocaban para sus hechizos. La tradición cuenta que Marta  usó su cinturón para amarrar a La Tarasca y llevarla como perrito mascota. Por eso, las españolas medievales le rezaban y preparaban aceites con su nombre para “amarrar” al hombre que les gustaba.



En el Siglo XXI, Marta sigue recibiendo peticiones  para separar al objeto de nuestro deseo de otras parejas y volviéndolo tan manso como eran los dragones de Daenerys en su infancia.


Lamentablemente, cualquier “amarre” puede (como Drogón) salirse de las manos de la invocadora o peor aun dejarla atada a un hombre que una ya no desea. Aun así es interesante ver como una figura mítica llega a adquirir tanta importancia que incluso en textos religiosos llegan a ser fauna privilegiada de  Reinos de Fabula.


2 comentarios:

  1. Curiosísima la historia de Sta Marta como dominadora de dragones. En muchos puntos de España se queman dragones en fiestas patronales en recuerdo del dragón tal o cual que asoló el pueblo. Hay un pueblo en la costa gallega que lleva el nombre de Sta Marta de Ortigueira porque las santa los salvó de un dragón, pero en este caso un dragón marino, un leviatán! jaja
    Otra romería curiosa y antiquísima es la de Santa Marta de Ribaterme en la que personas que han estado a punto de morir y se han salvado porque se han ofrecido a la santa hacen procesión alrededor de la iglesia dentro de ataúdes abiertos y llevados por fieles. Me imagino que será por eso de que Marta era hermana de Lázaro.Muy tétrico, pero me interesan mucho las leyendas y costumbres populares.Ya la santa como dominadora de hombres se me escapa ;)

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    1. ¿Entonces Santa Marta es una dragonslayer profesional? Tiene sentido, porque no se sabe nada de ella después del episodio de La Tarasca. A mí también me fascinan las leyendas, sobre todo el punto en donde la verdad histórica se convierte en fantasía.
      Porque me estaba quedando muy largo no puse lo de San Lázaro, que es a petición de ella que Jesús resucita al hermano.
      Lo de la Dominadora es un sincretismo extremo, pero no creas hay otras santas que son invocadas para “amarrar” incluso alguna tan histórica como Santa Catalina de Siena.

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